En ocasiones, los especialistas necesitamos revelarnos, muchas veces contra nosotros mismos, otras contra esa ciencia inmovilista y en otras muchas frente a la inseguridad ante lo desconocido. Resulta frustrante observar como muchos de los niños con BD son erróneamente diagnosticados de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y/ Trastorno de Conducta (TC) y Trastorno Negativista Desafiante (TND) tal como ha sido demostrado por diferentes investigadores (Biederman et al., 1998, 1996) e incluso reciben tratamiento indicado para alguno de estos trastornos (estimulantes) que pueden, como algunos estudios han referido, empeorar el curso de la Enfermedad Bipolar (Baumer et al., 2006; Soutullo et al., 2002)
Cuando algunos estudios, retrospectivos, realizados en adultos con Enfermedad Bipolar (BD) ya han observado que aproximadamente el 60% de éstos presentaron el inicio de la enfermedad antes de los 20 años de edad y el 10-20% antes de los 10 años de edad (Lish et al., 1994; Perlis et al., 2004), todavía algunos estudios muestran que hasta la mitad de los niños con BD presentan un retraso en el diagnóstico de cinco años como mínimo y de hasta 12 años como máximo ( Marchand et al., 2006). El retraso en el diagnóstico empeora el curso de la enfermedad, disminuye la respuesta al tratamiento al tratamiento e incrementa el impacto negativo de esta enfermedad en la vida del niño (Goodwin et al., 1990; Pavuluri et al., 2005)
Desde principios de los años 90 cuando algunos especialistas dieron la alarma de que algunos de estos niños con BD podrían estar siendo erróneamente diagnosticados de esquizofrenia (Carlson et al., 1990; Weller et al, 1986 ) y más tarde la Dra. Wozniak junto con el Dr. Biederman y el resto del equipo en el Hospital de Massachusset, publicaron un artículo donde describían lo que inicialmente denominaron “Mania-like” (Wozniak et al., 1995), se han publicado múltiples estudios acerca de diferentes aspectos de esta enfermedad ( Revisado en Pavuluri et al., 2005). A pesar de que todavía existen diferentes temas de la PBD, que suscitan el debate en la comunidad estadounidense, entre ellos, los criterios que se deben utilizar para realizar el diagnóstico y la definición de diferentes tipos de BD y/ fenotipos, todos ellos coinciden en que la Enfermedad Bipolar se presenta de forma diferente en el niño que en el adulto. La PBD se caracteriza por episodios de irritabilidad severa, en ocasiones con importante agresividad, y en la mayoría de los casos sin desencadenante específico, lo que el Dr. Biederman denominó “affective storms” (Biederman et al., 2006), mientras que en el adulto los episodios de manía se caracterizan por exaltación del humor o euforia más que por irritabilidad, además mientras que en el adulto este cambio en el humor se mantiene durante un tiempo variable hasta que en la mayoría de los casos, se estabiliza o se recupera y con frecuencia vuelve a presentar otro episodio posteriormente, el niño presenta en mayor frecuencia rápidos cambios o fluctuaciones de humor que difícilmente remiten o llegan a conseguir la estabilidad durante un mínimo de dos meses o el tiempo necesario para considerarse una recuperación (Biederman et al., 2004; Birmaher et al., 2006).
Sin embargo a pesar de la gravedad de la PBD y la importante incapacidad que puede llegar a generar en estas etapas de la vida, tanto en la infancia como en la adolescencia, en Europa se ha detectado, una prevalencia inferior de niños y/o jóvenes diagnosticados de BD que en países estadounidenses, incluso en algún país europeo, mediante un estudio realizado en la comunidad, se observó que ningún niño había recibido este diagnóstico (Soutullo et al., 2005). Por otra parte, se estima que la prevalencia (frecuencia en la que se presenta la enfermedad) de la PBD en la comunidad es de 1% (Lewinsohn et al., 1995).
Para explicar ese hecho se han planteado diferentes hipótesis, incluso se ha pensado en la posibilidad de que la PBD se estuviera sobredimensionando en EE.UU y que el porcentaje de niños diagnosticados de PBD en Europa fuera real (Soutullo et al., 2005)
A este respecto, recientemente se han publicado diferentes estudios realizados en nuestra Unidad, en una muestra europea (española), en colaboración con el Dr. Biederman y la Dra. Wozniak (Directora del Programa de Investigación en la Enfermedad Bipolar Pediátrica en el MGH y profesora adscrita a la Universidad de Harvard) (Soutllo et al., in press; Escamilla et al., 2008). En estos estudios se describen ampliamente las características de la PBD y son similares a las observadas en muestras estadounidenses. No obstante, debemos resaltar de nuevo otros hallazgos que una vez más, aunque podrían resultar desalentadores, animan a continuar investigando en esta área. Al menos la mitad de la muestra había sufrido un retraso en el diagnóstico de un año y medio y un 25% de hasta un mínimo de tres años y medio. Previamente, habían sido diagnosticados de diferentes trastornos, entre ellos TDAH y TC/TND y habían recibido tratamiento con múltiples fármacos, antidepresivos y estimulantes entre otros. Finalmente, muchos de ellos, eran diagnosticados de PBD cuando presentaban un episodio claro de manía (descompensación más severa).
La presentación diferente de la PBD respecto de la Enfermedad Bipolar del adulto se considera uno de los factores fundamentales que explican este retraso en el diagnóstico y en ocasiones el diagnóstico erróneo.
En estos estudios (Soutullo et al., in press; Escamilla et al, 2008) se describe ampliamente la PBD (debut, curso y respuesta al tratamiento, así como los factores implicados en el pronóstico de la enfermedad).
En la actualidad, es necesario ampliar y difundir el conocimiento de la Enfermedad Bipolar Pediátrica entre los especialistas para favorecer el diagnóstico precoz y la intervención temprana con el fin de disminuir el impacto negativo de la enfermedad en estas edades.






