Introducción y contextualización
El término de fracaso escolar no es un concepto claramente definido. Habitualmente hace referencia al porcentaje de de niños que no consiguen acabar sus estudios de primaria o secundaria a la edad teórica de finalización o abandonan los estudios antes de alcanzar la edad para la enseñanza obligatoria (dieciséis años). En cualquier caso, debería hablarse no de fracaso escolar, sino de fracaso educativo, como algo que afecta al estudiante, a su familia, a la escuela y a la sociedad. En España el 14 % de los estudiantes de Primaria y el 30% de los estudiantes de Secundaria no consiguen acabar sus estudios a la edad de 12 años o 18 años respectivamente. Refiriéndonos al informe PISA 2009 podríamos decir que aproximadamente el 15% de los estudiantes de 4º curso de Primaria se encuentran en un nivel inferior en las competencias académicas. Estos índices de Fracaso escolar (según los Informes PISA 2003, 2006 y 2009) están por encima de la media europea de los países de la OCDE. Se trata por tanto, de un grave problema social que precisa de un cambio urgente.
El fracaso escolar se debe contemplar desde una perspectiva global, la escasa formación en valores, desde el propio núcleo familiar, además del entorno social, es uno de los factores fundamentales. El aprendizaje es repetición y entrenamiento, requiere siempre de un proceso arduo, que se ve compensando por un proyecto futuro esperanzador. En términos de valores se corresponderían con perseverancia y fortaleza. Desde la perspectiva biológica debemos contar con la integridad de las áreas y sistemas de los que depende el desarrollo de estas virtudes. El sistema de recompensa (sistema límbico, amígdala y hipocampo), responsable de la respuesta emocional y de la memoria, la dopamina (neurotransmisor conocido como de la felicidad), las áreas del cerebro prefrontales, responsables del control voluntario de la conducta, y por tanto de la regulación emocional, son el sustrato biológico fundamental responsable de un correcto aprendizaje.
Las causas médicas de fracaso escolar son múltiples: problemas endocrinológicos, neurológicos, psiquiátricos…, trastornos como depresión, ansiedad, Déficit de atención e Hiperactividad (TDAH) y dificultades específicas del aprendizaje, entre otros, pueden estar en la base de un fracaso escolar. Si tenemos en cuenta que la prevalencia del TDAH en la población pediátrica es del 7%, podríamos decir que esta es una de las causas médicas más frecuentes, de hecho, el 30% de las consultas en Psiquiatría Infantil son por este Trastorno, y asciende significativamente cuando consultan por dificultades escolares. Si bien es cierto, hasta el 80% de los niños y adolescentes con este trastorno presentan al menos otro problema psiquiátrico asociado (alteraciones del humor, ansiedad y de conducta), todos ellos pueden empeorar el pronóstico y los problemas escolares. Entre adolescentes, tenemos que tener en cuenta, el consumo de sustancias, o drogas, si bien es cierto que un elevado porcentaje de estos adolescente con problemas de consumo de sustancias tienen un TDAH subyacente que con mayor probabilidad, no se diagnosticó y trató en su inicio y lo mismo sucede con los llamados Trastornos de Conducta. Entre un 50%-90% de los niños con TDAH presentan un Trastorno de Conducta asociado y el riesgo de que un niño con TDAH desarrolle un Trastorno por consumo de sustancias se multiplica por dos respecto a la población general. Por otra parte, problemas específicos del aprendizaje, que se asocian también en aproximadamente el 30% de los casos al TDAH, como Trastorno de los aprendizajes procedimentales (alteraciones en el desarrollo psicomotriz), entre otros, son causas frecuentes de fracaso escolar. En la actualidad, cobran también importancia, las nuevas adicciones, o la adicción a las nuevas tecnologías y fundamentalmente su “mal uso”.
Podríamos decir que “el fracaso escolar genera mayor fracaso escolar”. Cuando el niño comienza a disminuir su rendimiento, a sentirse fracasado en lo que hace, a sentirse posiblemente diferente del grupo de sus amigos, por cualquiera que sea el motivo del fracaso, la construcción de la autoestima, se debilita enormemente, se va perdiendo la confianza en sí mismo, la confianza en que su trabajo y su esfuerzo valdrá la pena, y junto a ello escucha los reproches, en ocasiones de su entorno más cercano, porque dicen que no estudia, es vago, irresponsable, o en ocasiones tiene un poco menos de capacidad (“le cuesta”), y esto se sucede en el tiempo una y otra vez. ¿Acaso no hay suficientes motivos para desmotivarse, para deprimirse (sobretodo en aquellos más vulnerables a los problemas de humor), para buscar la aceptación en otros y la estima de sí mismo en otros grupos (grupos conflictivos y de consumo de drogas en algunas ocasiones) desafiando y retando a aquellos que sólo procuraron que esto no sucediera?
En este libro hemos pretendido recoger las causas fundamentales que subyacen a las dificultades académicas y los problemas escolares, con el fin de poder orientar a padres y profesionales de los equipos docentes en la detección e intervención tempana de cada uno de estos problemas y enfermedades. Se trata por tanto, de un manual dirigido a la prevención del fracaso escolar.
A propósito del libro:
¿Es mi hijo mal estudiante? Causas médicas del fracaso escolar y tratamientos para superarlo.
Dirección y Coordinación: Inmaculada Escamilla canales, Mª Pilar Gamazo Garrán.
Editorial: Everest






