Fuente: La Razón
Hacia una psiquiatría de precisión desde la práctica clínica diaria, por la psiquiatra Dra. Inmaculada Escamilla
Tras dos décadas impulsando la salud mental infantil y el reconocimiento del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), muchos niños y adolescentes con dificultades atencionales han recibido la atención necesaria. Sin embargo, sigue siendo un reto diferenciar cada cuadro clínico y ajustar el tratamiento para lograr no solo una buena respuesta inicial, sino también un mejor pronóstico a largo plazo.
Sabemos que cerca del 70 % de los pacientes con TDAH responden al tratamiento y que existen fármacos con un tamaño de efecto de hasta 0,9, lo que implica tasas de respuesta cercanas al 90 %, algo excepcional en psiquiatría infantil. Aun así, la falta de respuesta sigue siendo el motivo de consulta más frecuente.
La clave está en la comorbilidad: hasta un 80 % de los niños con TDAH tiene otro problema asociado que interfiere en el tratamiento. Además, síntomas como impulsividad, inatención o hiperactividad, aunque característicos, son inespecíficos y requieren una evaluación cuidadosa para garantizar el abordaje adecuado.
Porque no todo es TDAH, ni es sólo TDAH
La baja tolerancia a la frustración o la reacción intensa ante estímulos negativos —típica del TDAH— pueden confundirse con un Déficit en el Control de la Respuesta Emocional (DCRE). Este síndrome, presente en alrededor del 30 % de los casos, puede explicar respuestas parciales al tratamiento y la necesidad de estrategias terapéuticas específicas. A diferencia del TDAH, la reacción desproporcionada no se limita a estímulos negativos, sino que también puede darse ante estímulos positivos. Históricamente se ha relacionado con los trastornos del control de impulsos y hoy se incluye en el Trastorno Disruptivo del Estado de Ánimo…






