Trastorno del Espectro Autista

Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo de condiciones que afectan el desarrollo del cerebro desde etapas tempranas de la vida. Estas alteraciones pueden impactar la comunicación, el comportamiento, el aprendizaje, la interacción social, el lenguaje, la coordinación motora o la autorregulación emocional.

Suelen manifestarse en la primera infancia, aunque algunos signos pueden pasar desapercibidos hasta que las demandas del entorno (por ejemplo, el colegio) aumentan.

  • Trastorno del Espectro Autista (TEA)
  • Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
  • Trastornos del aprendizaje.
  • Trastorno del desarrollo del lenguaje.
  • Trastorno del desarrollo de la coordinación (dispraxia).
  • Discapacidad intelectual:

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) constituyen un grupo de alteraciones del neurodesarrollo caracterizadas por:

  • Déficits persistentes en la comunicación e interacción socialen diversos contextos (familiar, escolar, comunitario), que pueden manifestarse como dificultades para iniciar o mantener relaciones sociales, uso anómalo del lenguaje verbal y no verbal, falta de reciprocidad emocional, y alteraciones en el juego simbólico o imaginativo.
  • Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, incluyendo movimientos estereotipados, adhesión rígida a rutinas, intereses intensos y circunscritos, o reacciones inusuales a estímulos sensoriales (hiper o hiposensibilidad).

Estas manifestaciones deben estar presentes desde etapas tempranas del desarrollo, aunque en algunos casos pueden no ser plenamente evidentes hasta que la demanda social supera la capacidad adaptativa del niño o adolescente.

El espectro incluye una gran variabilidad clínica y funcional, desde personas con importantes dificultades cognitivas y de autonomía, hasta otras con funcionamiento intelectual dentro de la media o superior, pero con déficits significativos en la cognición social y la flexibilidad conductual.

Reconocer los signos de alerta de forma temprana permite iniciar intervenciones adecuadas que potencien las habilidades del niño y reduzcan el impacto funcional del trastorno. El abordaje debe ser multidisciplinar, incluyendo a profesionales como psiquiatras, neurólogos, psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, pedagogos y orientadores, con una implicación activa de la familia y del entorno escolar.

Signos de Alarma para la Detección Temprana de TEA

En menores de 12-24 meses:

  • Falta de contacto visual sostenido.
  • Ausencia de sonrisa social o escasa respuesta a la interacción.
  • No responde a su nombre de forma consistente.
  • No señala ni muestra objetos para compartir interés (ausencia de atención conjunta).
  • No balbucea o no hay aparición de gestos comunicativos (adiós, señalar).
  • Hipersensibilidad o indiferencia a sonidos, luces, texturas o contacto físico.

Entre los 2 y 4 años:

  • Retraso en la adquisición del lenguaje expresivo y/o uso atípico del mismo (ecolalias, inversión pronominal).
  • Intereses muy específicos, restringidos o inusuales.
  • Juegos repetitivos y poco funcionales (alinear objetos, girar ruedas).
  • Escasa o nula imitación espontánea.
  • Alteraciones en la interacción con iguales (juego paralelo persistente, falta de iniciativa social).
  • Rabietas intensas ante cambios de rutina o transiciones.

A partir de los 5 años y en edad escolar:

  • Dificultades persistentes para comprender normas sociales, ironías, dobles sentidos.
  • Pobre desarrollo de habilidades conversacionales recíprocas.
  • Preferencia por rutinas rígidas y dificultad para adaptarse a cambios.
  • Intereses absorbentes, poco compartidos con otros.
  • Aislamiento social o dificultades significativas en la integración escolar y familiar.
  • Respuestas sensoriales atípicas (busca o evita estímulos de forma inusual).